Olga de Amaral
Colombia, 1932
 
Vestigio (814), 1995
Lino, acrílico y hojilla de oro. Ejemplar 2 de 2
35 x 35 cm
 
Dedicado y firmado Para Helena en sus 64 años Olga al respaldo.
Titulado, numerado, firmado y fechado 814 Vestigio 2/2 Olga de Amaral 1995 al respaldo.
 
Olga de Amaral es una leyenda viviente, no solo del arte colombiano, sino del arte latinoamericano e internacional. La reciente inauguración de una gran retrospectiva de la artista bogotana en la Fundación Cartier de París no es sino el último de una serie de homenajes de importantes instituciones internacionales a una de las mujeres artistas más aclamadas y cotizadas a nivel mundial.
 
Amaral ha encontrado su propia e inconfundible voz en la plástica contemporánea a través de una refinada reelaboración, en
clave “modernista” y político-conceptual, de la antigua tradición artesanal del tejido, característica de las comunidades originarias de Latinoamérica.
 
Al recuperar la práctica ancestral del tejido, la obra de Amaral se convierte en una declaración de resistencia a las modas artísticas internacionales, vistas como agentes de despersonalización y desarraigo. Además, el acto de tejer está cargado de implicaciones políticas y sociales. Conceptualmente, optar por el arte textil, como lo hizo Olga de Amaral, no solo defiende una tradición ancestral y una memoria cultural, sino que también, por el hecho mismo de que tejer es ligar y unir, aboga por la armonía del tejido social.
 
Otro rasgo característico del arte de Olga de Amaral es su profundo arraigo en el universo estético colombiano y latinoamericano. Los materiales y colores que utiliza, así como las formas rigurosamente abstractas que compone, remiten sistemáticamente a sus raíces americanas.
 
Vestigio (814), de 1995, y Espejo (1132), de 2005, son dos de sus icónicos textiles dorados, que evocan la centralidad del oro y el sol para las poblaciones prehispánicas.

Colección Helena Ceballos (hermana de la artista), por testamento a su actual propietario.

COP $120.000.000 - $220.000.000